Perdido ... [Ava Clare]

Hugles se encontraba vagando por los pasillos largos y amplios del instituto, por desgracia, para él, se había perdido. No sabía donde se encontraba, ni tan siquiera había visto ese pasillo alguna vez, o eso creía. Lo único que tenía claro es que estaba perdido, muy perdido a su pesar. Miró a la derecha, donde no encontró nada, solo un muro entre puerta y puerta, y luego a la izquierda, donde vió una puerta que tenía una inscripción grabada en una placa. Ponía "Ava Clare" y abajo de este nombre un número "Nº7" era la habitación número 7 de aquel instituto. Sin dudarlo, se acercó y llamó con dos suaves golpes a la puerta, esperó que ella pudiera indicarle por donde ir y esperó también que no durmiera, porque sino, la habría despertado. Hugles esperó pacientemente que le abriera la puerta de su cuarto.

Hugles sonrió con cierta verguenza. Al parecer aquella chica estaba tocando el violín y el la había interrumpido. Además, que le diría ahora, era un desconocido que acababa de llamar a su cuarto, ¿cómo se podría encajar eso? Hugles se pasó la mano por los cabellos, y con una sonrisa avergonzada pudo arrancar para empezar a hablar, parecía un estúpido.

- Ehmm ... me he perdido. Mi habitación en la número 15, pero llevo toda la noche y nada, no la encuentro. Es ridículo en verdad, después de vivir tantos años aquí, pero me ha pasado otras noches y te digo, que si no la he encontrado aún me tocará dormir en el pasillo ... - Dijo, levemente sonrojado, era una clara proposición de si podía alojarse allí por una noche - Pero veo que solo tienes una cama, no te molesto más ... - Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse después de comprobar que era una chica y que solo tenía una cama.

Rezaba porque la chica le dijera algo que le haría quedarse allí esa noche, no solía tener suerte y si la primera le decía que no, era que no durante toda la noche.

Ava sonrió intentando darle confiaza al rubio para que pudiera hablar y después de pasarse la mano por los cabellos hablo. Ava pudo notar en su voz algo de desesperación y cansancio y no pudo evitar pensar en ayudarlo. Esa era la naturaleza de la nefilim, no podía evitar no ayudar a alguien. Desde que había superado el extraño temor que se había apoderado de ella había vuelto a ser la Ava Clare que había crecido en Idris junto a Samson antes de que todo sucediera.

- ¿Has dormido en el pasillo? - preguntó abriendo mucho los ojos. No podía imaginarse a alguien dormir en los fríos pasillos de aquel Instituto. - No es rídiculo, yo sigo perdiendome y tambien llevo varios años aqui en el Instituto, y pienso seguirme perdiendo, asi que no eres el único. - le dedico una sonrisa nuevamente con toda la amabilidad que pudo. - Lo que si no es aceptable es que duermas en los pasillos - dijo con toda la sinceridad que pudo, haciendo una extraña mueca al imaginarse a si misma durmiendo en los pasillos por no encontrar su habitación.

El rubio se dio media vuelta despues de notar que solo había una cama en la habitación de la chica, y Ava no pudo evitar dirigir una mirada hacia su interior. Solo una cama situada en el centro de la habitación, el tocador junto a la puerta del baño, el violín sobre la cama y las partituras sobre el atril frente a la ventana. Solto un suspiro y se volteo hacia el chico nuevamente. - Si quieres... pues... si tú... - sacudió la cabeza un poco intentando ordenar las ideas y se mordio el labio con fuerza. - ¿Quieres pasar? - preguntó algo tímida alzando ambas cejas. - No estaría mal tener compañia por un rato, ademas te ves cansado. - sonrió con menos timidez y con una gran idea en la cara antes de apartarse de la puerta, haciendole espacio para que entrara. - Después puedo ayudarte a encontrar tú habitación, ¿que dices?

Ava volvió a morderse el labio con fuerza esperando que se volteara y entrara a hacerle compañía o se diera la vuelta y se fuera, ella comprendería.

La morena, empezó ha hablar tímidamente, ¿significaba eso que le iba ha hacer un hueco en su cuarto? Era extraño, pero no en cierto modo. Los mundanos dicen que los chicos no pueden dormir con las chicas, a menos que estén casados, pero los nefilims sienten la necesidad de ayudar a los demás, y si es uno como ellos mismo, mejor que mejor. Le preguntó, o más bien afirmó para que pasara y el asintió y volvió a asentir cuando le dijo de encontrar su cuarto más tarde, aquella noche había tenido suerte.

- Mu-muchas gracias, con permiso. - Sonrió tímidamente y se coló por el pequeño hueco que le hacía la chica. na vez dentro, se sentó en el suelo, a los pies de la cama - Por cierto ... ¿cómo te llamas? - Le ofreció una sonrisa resplandeciente.

Miró a la cama, donde estaba el violín que estaba tocando momentos antes de Hugles interrumpir y esperó que la chica lo cogiera. En cierto modo le gustaba el violín, aunque no supiera tocar le gustaba la melodía que él ofrecía: dulce y agradable.